Universo Barroco (Sinfónica)
Haendel sigue siendo el rey
Año tras año, la presencia de la música teatral de Haendel en los conciertos de Universo Barroco confirma su asentamiento como preferida por públicos y conjuntos de todo Occidente. El resurgimiento lírico haendeliano tiene pocos precedentes (acaso sólo el del belcantismo decimonónico en la década de 1950). Hace apenas medio siglo, difícilmente un melómano que se considerase bien informado podría asegurar conocer más allá de Giulio Cesare (y del Messiah, en el terreno del oratorio, claro). Hoy la programación de las óperas de Haendel en todos los teatros del mundo es prácticamente cotidiana, tanto en representaciones (que incluyen ya igualmente muchos de sus oratorios, ¡hasta los menos representables!) como en versiones de concierto.
El ciclo Universo Barroco de la Sala Sinfónica vuelve a cumplir con su parte y pone a Haendel en el centro de su actividad con tres grandes títulos. Cronológicamente, el primero es Alcina, una de las mejores óperas no sólo de Haendel, sino de toda la primera mitad del siglo XVIII. Compuesta en 1735, un año absolutamente mágico, que vio también el estreno de Ariodante, la obra partía del Orlando furioso de Ariosto y contó, según relatan las crónicas, con una impresionante maquinaria escénica y con Marie Sallé, famosa bailarina francesa.
Eran años difíciles para Haendel, que dirigía en Londres una compañía de ópera en dura disputa con otra recién creada, que se había llevado a sus mejores cantantes, incluido el gran Senesino. No es de extrañar que el compositor acabase el año extenuado. Pero para 1736 ya tenía nuevas ideas en mente y, en febrero, presentó Alexander’s feast, una obra muy original, basada en una oda de John Dryden y espectacular por la energía y la variedad de su orquestación y la riqueza de sus números corales. Ese brillante Alexander’s feast estaba señalando a Haendel el camino para el futuro. Cuando a finales de los años 1730 parecía ya claro que la ópera italiana empezaba a perder entre los londinenses el poder de seducción que había tenido en las dos décadas anteriores, el autor se consagró de forma decidida a un género nuevo, el del oratorio inglés. Uno de los más importantes que escribió en los años siguientes fue Solomon, que estaría, asimismo, marcado por la destacada presencia de los coros. Para afrontar estas tres obras maestras de Haendel, se contará con tres magníficos directores al frente de sus bien reconocidos conjuntos: Marc Minkowski, Harry Bicket y Robert King. Entre los solistas, nombres como Magdalena Kožená y Anna Bonitatibus en Alcina, Ann Hallenberg en Solomon o Carolyn Sampson en Alexander’s feast confirman la relevancia de las citas.
Sin salir del ámbito teatral, Universo Barroco traerá este curso el segundo jalón del recorrido monteverdiano de Fabio Biondi. El año pasado fue L’Orfeo y, en esta ocasión, es el turno de Il ritorno d’Ulisse in patria, obra que se vio en el teatro San Cassiano de Venecia por el carnaval de 1640 y que fue la primera aportación del ya septuagenario Monteverdi al nuevo modelo de ópera pública que acababa de empezar a desarrollarse en la Serenísima República. Finalmente, el teatro musical español ocupará también un lugar destacado, pues Los Elementos, que fundó en 2018 el contratenor gallego Alberto Miguélez Rouco, ofrecerá, como apertura del ciclo, Vendado es amor, no es ciego, una zarzuela de José de Nebra estrenada en Madrid en 1744 y que es fiel reflejo de la superposición del dominante estilo italiano sobre las formas españolas, como era característico del tiempo.
El ciclo Universo Barroco en la Sala Sinfónica se completa con dos citas puramente instrumentales que tendrán como protagonistas a dos de los más sobresalientes grupos barrocos españoles. La Orquesta Barroca de Sevilla se presentará dirigida por primera vez por Jonathan Cohen, violonchelista, clavecinista, fundador y director de un conjunto (Arcangelo) que no es muy habitual en los escenarios de nuestro país. En programa, una amplia panorámica del arte orquestal de la primera mitad del siglo XVIII a través de la música de cuatro gigantes: Zelenka, Bach, Rameau y Haendel. El cierre del ciclo lo hará un clásico de Universo Barroco: Jordi Savall al frente de Le Concert des Nations propone un concierto de música programática, descriptiva, que incluye un gran ballet francés (Les éléments, de Rebel), una soberbia suite alemana (la Wassermusik, de Telemann) y fragmentos operísticos de Marais y Rameau que tienen que ver con mares, tempestades y sus alivios en forma de delirantes danzas cortesanas.
Pablo J. Vayón
Universo Barroco (Cámara)
Equilibrios barrocos
Si hay un concepto que recoge a la perfección el espíritu de los doce conciertos programados para la Sala de Cámara del Auditorio Nacional dentro del ciclo Universo Barroco es, sin duda, el de «equilibrio»: un equilibrio entre música española y no española, entre grupos locales y foráneos, entre intérpretes veteranos y noveles, entre compositores célebres y poco conocidos, entre música vocal e instrumental, entre las distintas edades del periodo al que se consagra el ciclo… Equilibrio.
Un paseo cronológico por la programación debería partir de la inclusión aquí, además, como concierto inaugural, de uno de los recitales con que se conmemoran los cuatrocientos años de la muerte de Sebastián de Vivanco, uno de esos maestros de capilla españoles en los que se percibe de forma más evidente la transición del mundo renacentista al barroco. Será El León de Oro, la aún joven pero ya prestigiosa formación coral asturiana, la que centre su programa en contrastar la obra de Vivanco con la de algunos de sus contemporáneos, incluido el gran Victoria.
Dos repertorios dedicados a la música del seicento italiano podrían representar a la perfección la lucha sorda entre las cornetas y los violines por imponerse en la práctica magistral en un escenario en el que la polifonía iba quedando atrás y la música instrumental iba creando su propio lenguaje. Hoy sabemos que, entre canzonas y sonatas, se impusieron los violines, pero, en las primeras décadas del siglo XVII, la cosa no estaba tan clara. Desde Basilea, Les Cornets Noirs se asocian con Núria Rial para plantear el desafío. En Madrid, Leonor de Lera y su L’Estro d’Orfeo (uno de los conjuntos más especializados del mundo: la música para violín del XVII es su ámbito) los esperan para confirmar el triunfo de la cuerda sobre el viento.
Sin salir del siglo XVII, el contratenor británico Alex Potter viene con un par de acompañantes para rendir tributo al Orfeo Británico, el inconmensurable Henry Purcell, al que rodean algunos de los músicos de su círculo vital y profesional más cercano.
La entrada en el siglo XVIII podemos plantearla con el primero de los dos conciertos que ofrecerá Concerto 1700, el conjunto del violinista malagueño Daniel Pinteño que es residente del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) este curso: será con Acis y Galatea, una zarzuela en dos jornadas de Antonio de Literes estrenada con extraordinario éxito en 1708. La segunda comparecencia del grupo tendrá como colaboradora a la soprano María Espada y, como objeto fundamental, el acercamiento a la música paralitúrgica del navarro Juan Francés de Iribarren, cuya obra se contextualiza con la de otros maestros del XVIII, incluido Vivaldi, el célebre compositor veneciano que será el plato único del programa que traerá una de las grandes violinistas barrocas de nuestro tiempo, Amandine Beyer, que lo servirá en compañía de sus músicos de Gli Incogniti.
Puede servir esta cita para repasar la nómina de los nombres internacionales que pasarán por el ciclo. Por ejemplo, y de la mano de otra prestigiosa violinista barroca, la británica Rachel Podger, la Orquesta Barroca de la Universidad de Salamanca hará música de Geminiani, Hasse, Vivaldi y dos Bach (Sebastian y Friedemann). Reconocidos compositores del tiempo (Haendel, Bach, Tartini, Vivaldi) serán también los que invocará en una nueva visita la mítica Academy of Ancient Music, con el punto de gravedad trasladado desde la música orquestal al de la venerable sonata en trío. Tiento Nuovo, el conjunto madrileño de Ignacio Prego, ha invitado para la ocasión al prestigioso violonchelista británico Steven Isserlis para un programa que transitará, asimismo, por autores bien conocidos del periodo, con Carl Philipp Emanuel Bach y Boccherini como principales protagonistas.
Le Consort recoge en su seno a un buen número de jóvenes salidos de las nuevas y brillantes generaciones europeas de intérpretes. El grupo visita el ciclo junto con la mezzosoprano Eva Zaïcik para un estimulante recital dedicado a Haendel y a los dos compositores (Ariosti y Bononcini) cuyas óperas acompañaron a las suyas durante los triunfales años de la Royal Academy londinense (1719-1728). También desde lo vocal, muy diferente será el planteamiento del contratenor Xavier Sabata y Vespres d’Arnadí, la formación de Dani Espasa, pues se centrarán en arias de ópera poco conocidas (aunque algunas de autores célebres) de las primeras décadas del XVIII, con la particularidad de que la mayoría están escritas con instrumentos obligados en el acompañamiento.
Pablo J. Vayón
Pablo J. Vayón