El programa, capitaneado por Romina Lischka, al frente de su Hathor Consort, se zambulle en la era dorada de la viola da gamba en Francia, cuando el instrumento reinaba aún sobre el violín, tenido como demasiado italiano. En la cumbre, el ángel (Marais) y el demonio (Forqueray), empeñados en realizar con la viola las proezas virtuosísticas de los violinistas. El tercer príncipe sería, sin duda, el gran François, miembro de la saga de los Couperin, que tuvo en Louis —dos de cuyas fascinantes piezas para tecla servirán de contraste— uno de los fundadores de la escuela clavecinística gala