Manuel de Falla (1876-1946) no es sólo la gran figura de la música española del siglo XX sino uno de los referentes de nuestra cultura en los últimos cien años. Su relación con la creación europea de su tiempo, su formación cosmopolita y su esencialización de lo popular lo ligan de forma natural con el gran despegue cultural que se produjo entre nosotros en el primer tercio del pasado siglo, coincidiendo en buena medida con lo que se ha dado en llamar la Edad de Plata.
Su muerte en el exilio, en la lejana Altagracia, en Argentina, es un testimonio de la disgregación de una realidad llena de esperanza que la Guerra Civil se encargó de aventar. Por todo ello, y por más razones, celebrar a Falla, su obra, su vida, su presencia y lo que su ausencia supondría luego, es como una permanente obligación de sus herederos intelectuales, como una necesaria y constante mirada de la música –de la cultura– española hacia un pasado que a veces parece demasiado lejano y otras extrañamente próximo. Falla, además, es, en la brevedad de su obra, un creador intenso, un ejemplo de cómo importa más la profundidad que la extensión. El ciclo Retratos, dedicado en su primera edición precisamente a Manuel de Falla, repasa algo de lo más signifi cativo de esa obra en su contexto, no la aísla sino que la enmarca, lo que también la engrandece. El primer concierto está dedicado a la voz y el piano –María José Montiel y Josep Colom– juntos y separados, lo que signifi ca que hallaremos a Debussy –tan cercano al de Cádiz– junto a las Siete canciones populares españolas o las impresionantes Fantasía bética y Homenaje pour le tombeau de Claude Debussy. El segundo de ellos, dirigido por Jesús López Cobos a la Orquesta Nacional de España, ofrece la vertiente americana del tiempo fallesco con Villalobos y Gershwin, a los que hay que añadir la curiosidad de la obra de un italiano –el colorista Respighi– inspirada en Brasil y las dos suites de El sombrero de tres picos. Josep Pons dirigirá a la ONE en un programa apasionante, pues une dos eslabones de la cadena: Falla y Roberto Gerhard. Y lo hace con un pretexto inevitable en nuestra cultura: Don Quijote. Las danzas del ballet de Gerhard y la grandeza esencial del Retablo se unen aquí al tratamiento “caballeresco” de Richard Strauss.
Finalmente, será el propio Pons quien cierre el ciclo con un programa nocturnal que reúne un estreno de Antoni Parera Fons, las Noches en los jardines de España de Don Manuel, los Nocturnos de Debussy y El sueño de una noche de verano de Mendelssohn. Y a lo descrito hay que añadir, aún, el concierto del Coro Nacional de España, dirigido por su titular, Joan Cabero, con todas las obras de Tomás Luis de Victoria que armonizara Falla desde la admiración más profunda hacia nuestro gran polifonista. Complemento de la música serán una exposición –Itinerancias de un músico– y una mesa redonda –Un arte tan fuerte como sencillo– que servirán para aportar más datos, más puntos de vista, más oportunidades de conocer mejor la obra y la personalidad de Falla a quienes se acerquen al Auditorio Nacional a contemplar este retrato casi de cuerpo entero.
