Debussy y Arenski fueron contemporáneos estrictos. Debussy pasó, asimismo, un tiempo en Rusia como profesor de música de los hijos de Nadezhda von Meck, la protectora de Chaikovski. La gloria póstuma los trataría de muy distinta manera, aunque unirlos en la primera parte de un recital supone también contrastar la juventud del genio que busca su personalidad propia con la madurez de quien murió demasiado pronto, en un momento, además, crucial para la música rusa. Y juventud y madurez se entrelazan en el Trío para piano nº 1 de Brahms, escrito en 1853-1854, pero revisado a fondo en 1889. No deja de ser apasionante ese interés crepuscular del autor por aquello que parecía pertenecer a su casi prehistoria.
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