El mejor fado regresa al Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) con António Zambujo. El fado se vuelve afable y caleidoscópico en la garganta de Zambujo, un muchacho que aprendió los evangelios del género en el icónico Clube de Fado (y como marido de Amália Rodrigues en el musical luso más célebre de todos los tiempos) para luego deconstruirlo y especiarlo con bossa, canción popular o arreglos jazzísticos. Influye no poco que se criara en el Alentejo, una región sureña de espíritu más socarrón y luminoso, sin renunciar al drama consustancial a la vida. Nueve entregas de estudio —el último, Voz e violão, casi una oración a João Gilberto— lo acreditan como la voz portuguesa que mejor transita por el dolor, la sorna y la ternura.