Zambujo no es lisboeta, sino de Beja, en el Alentejo. Y, aunque se inició en el histórico Clube do Fado y encarnó al marido de Amália Rodrigues en el musical sobre la fadista más famosa de todos los tiempos, enseguida fusionó su voz con aromas de jazz, bossa nova o canción tradicional. Él lo atribuye a su condición de sureño: menos pathos y más humor «sutil e inteligente», en sus propias palabras. De ahí surgen temas que salpimentan el lirismo con pellizcos de rica sorna. Escuchar ahora su último trabajo, Voz e violão, sin ropajes es un reto, pero también una constatación: António compone y canta con la precisión de los orfebres.
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