Las siete «apasionadas pavanas» de John Dowland que inician y dan título a la colección que salió de los talleres de John Windet en 1604 están, sin duda, entre las obras para consort de violas da gamba más apreciadas y conocidas de la historia de la música. Cuando apareció la publicación, Lachrimae antiquae estaba recogida ya en más de un centenar de fuentes, tanto de la isla como continentales, en versiones para distintos instrumentos y conjuntos. No es exagerado calificar esta pieza como epítome de la melancolía isabelina, humor considerado entonces como el más refinado valor artístico. Aparte de alguna pavana más, Lachrimae, or Seaven tears recoge también varias gallardas y alemandas, algunas de las cuales están presentes en este repertorio. A lo largo de él las danzas dialogan con varios ayres; se construye, así, un sugerente retrato sonoro del paradigma de músico melancólico: Semper Dowland, semper dolens.