El apasionado Eduardo Fernández ha de encontrar ancha vía para expresarse en tres Sonatas tan vigorosas como la nº 10, bautizada por algunos como primaveral, cuyo Andante destila, sin embargo, una enorme delicadeza; la afirmativa y tan poblada de claroscuros nº 11, de curso extenso y gran aliento, calificada de Gran sonata, uno de los últimos frutos de la primera época del autor, y la nº 18, La caza, que combina lo efusivo con lo vital y lo fogoso. El remoquete se debe a la pintura cinegética del Presto final. De Ligeti se escuchan los Estudios 4 y 18. El estreno viene firmado por el enjundioso Ramón Paus.